A través del abrazo amoroso consciente, el tántrico genuino busca elevar su consciencia y que ésta trascienda el espacio y el tiempo.
Me gustaría ser una sonrisa en el santuario de tu corazón.
Me gustaría entibiar con mi cariño la gelidez de tu soledad cuando te toma.
Me gustaría que me sintieras circulando por tus venas al asalto de tu corazón, y retoñar en cada uno de tus pensamientos y poder situarme en cada esquina de tu destino.
Me gustaría ser tu oración, tu lascivia, estallarme de pasión y deslizarme sigilosamente por cada átomo de tu ser, convertirme en el hechizo que embriagase tu mente, el encanto que invadiese tus sentimientos, la vibrante evocación de tu memoria y el sabor de eternidad de todas tus fantasías.
Me gustaría convertirme en tu festín y en tu gloria, en tu aurora y en tu crepúsculo, en tu abismo de pasión inmensa y desentrenada.
Me gustaría internarme disparatadamente en cada una de tus células urgido por la carne y el espíritu, ser torrente en el torrente de tu vida, exaltación en la exaltación de tus ensoñaciones.
Me gustaría esmaltar tu ánimo en los momentos fatigados de tu vida y demorarme para siempre en tus sentidos, si siempre no fuera demasiado breve, si siempre no fuera más que el comienzo de un inmenso y amoroso trayecto sin final.
Ramiro Calle
A través del abrazo amoroso consciente, el tántrico genuino busca elevar su consciencia y que ésta trascienda el espacio y el tiempo.
Me gustaría ser una sonrisa en el santuario de tu corazón.
Me gustaría entibiar con mi cariño la gelidez de tu soledad cuando te toma.
Me gustaría que me sintieras circulando por tus venas al asalto de tu corazón, y retoñar en cada uno de tus pensamientos y poder situarme en cada esquina de tu destino.
Me gustaría ser tu oración, tu lascivia, estallarme de pasión y deslizarme sigilosamente por cada átomo de tu ser, convertirme en el hechizo que embriagase tu mente, el encanto que invadiese tus sentimientos, la vibrante evocación de tu memoria y el sabor de eternidad de todas tus fantasías.
Me gustaría convertirme en tu festín y en tu gloria, en tu aurora y en tu crepúsculo, en tu abismo de pasión inmensa y desentrenada.
Me gustaría internarme disparatadamente en cada una de tus células urgido por la carne y el espíritu, ser torrente en el torrente de tu vida, exaltación en la exaltación de tus ensoñaciones.
Me gustaría esmaltar tu ánimo en los momentos fatigados de tu vida y demorarme para siempre en tus sentidos, si siempre no fuera demasiado breve, si siempre no fuera más que el comienzo de un inmenso y amoroso trayecto sin final.
Ramiro Calle